El primer europeo que exploró la zona donde hoy
surge la ciudad de Manaus fue Francisco de Orellana en su mítico viaje de 1542.
La zona estaba habitada por indígenas Manaos, Barés, Banibas y Passés, los
cuales vivían en armonía con la naturaleza en un ambiente completamente
incontaminado. La zona quedó abandonada por completo a su suerte durante casi
un siglo, hasta que el portugués Pedro de Teixeira volvió a explorarla, al
mando de una expedición que se dirigía a Quito.
Una de las primeras expediciones en la zona donde hoy surge Manaus estuvo
dirigida por el capitán Bento Miguel Parente, quien partió de San Luis en 1657
al mando de un grupo pequeño de hombres armados y acompañado por los dos
religiosos Francisco Veloso y Manuel Pires.
En 1668, el capitán Pedro da Costa Favela, al regreso de una expedición en la
confluencia entre el Río Amazonas y el Río Negro, informó al gobernador Antônio
Albuquerque Coelho de Carvhalo sobre la necesidad de construir un fuerte en el
encuentro de los dos ríos, justamente para vigilar las posibles incursiones de
enemigos europeos y para controlar el flujo de indígenas en la zona.
Por consiguiente, bajo órdenes del gobernador, el capitán Francisco de Mota
Falcao viajó a la confluencia de los dos grandes cursos de agua y, en 1669,
erigió un fuerte de piedra y barro, llamándolo Fuerte de San José da Barra do
Río Negro.
Con el pasar de los decenios, los habitantes indígenas de la zona empezaron a
vivir en chozas en las cercanías del fuerte, el cual fue varias veces
reestructurado.
En 1695, la población de la aldea había crecido considerablemente, tanto que
los religiosos enviados por la Corona portuguesa, Carmelitas, Jesuitas,
Franciscanos y Mercedarios, decidieron construir una capilla en el fuerte, a la
cual se le dio el nombre de Capela de Nossa Senhora da Conceição.
Mientras tanto, no todos los indígenas aceptaban pasivamente las órdenes de los
portugueses. El pueblo Manaos se opuso con fuerza a la presencia extranjera en
su tierra ancestral. Ajuricaba, su jefe, intentó alearse con los holandeses,
pero su intento falló. Lo aprisionaron y lo enviaron a Belem, en el Pará, pero
murió en circunstancias misteriosas durante la navegación fluvial, en 1727.
El 1750 fue un año importante para el reino de Portugal. En efecto, obtuvo la
propiedad definitiva de gran parte de la cuenca amazónica, que hasta esa fecha
había sido formalmente administrada por España.
En 1755, los portugueses, dándose cuenta de la enorme importancia de la zona
central amazónica y de la confluencia entre el Río Negro y el Río Amazonas,
fundaron la Capitanía de Sao José de Río Negro, cuya sede era Barcelos, pueblo
situado a aproximadamente 400 kilómetros del Fuerte de San Jose da Barra do Rio
Negro.
Sin embargo, en 1791, el gobernador Manoel da Gama Lobo D’Almada transfirió la
sede de la Capitanía justo al lugar que sería después llamado Manaus, dándole,
de esta manera, una gran importancia al nuevo pueblo.
Después de varias vicisitudes, el llamado Lugar da Barra (Manaus), obtuvo la
sede definitiva de la Capitanía de San José de Río Negro en 1807.
En aquel período, su población era de un poco más de 6000 personas.
Cada vez más importancia tenía la clase de los comerciantes, astutos
aventureros que se dieron cuenta rápidamente de la enorme potencialidad
económica de la selva amazónica. Exportaban café, cacao, algodón y tabaco.
Por último, los indígenas, tratados como siervos o incluso como esclavos, a los
cuales les exigían trabajar arduamente en los campos y con los animales, a
menudo sin retribución alguna.
En 1822, Brasil proclamó la independencia de la Corona portuguesa. El enorme
territorio amazónico comenzó a dividirse en las dos provincias de Amazonas y
Pará.
Entretanto, el pueblo llamado Lugar da Barra estaba creciendo considerablemente.
En 1832, pasó a la categoría de “Vila”, es decir, ciudad, y fue bautizado
Cidade da Barra do Rio Negro y sucesivamente Nossa Senhora da Conceição da
Barra do Rio Negro.
Cuando, en 1850, se formó la provincia de Amazonas, su presidente João Batista
de Figueiredo Tenreiro Aranha dio un ulterior impulso al desarrollo de la
ciudad, fundando la biblioteca y el primer periódico llamado Estrela do
Amazonas.
Finalmente, en 1856, en el gobierno de Herculano Ferreira Pena, la ciudad fue
oficialmente bautizada Manaus, en honor a los indígenas que la habitaron.
Mientras tanto, la población de Manaus había alcanzado las 35.000 personas,
volviéndose un polo de atracción para toda la cuenca del Río Amazonas.
A partir de 1879, se empezaron a explotar los árboles de caucho (hevea
brasiliensis), porque se dieron cuenta de que el valor de éste en el mercado
internacional estaba creciendo considerablemente. La revolución industrial
elevó su precio, ya que este material servía para la producción de neumáticos y
otros componentes, de los cuales la Amazonía tenía la exclusiva producción
mundial.
Fue la gran oportunidad de Manaus: a la ciudad llegaron miles de trabajadores y
los emprendedores lograron ganar enormes sumas de dinero vendiendo el caucho a
altos precios en los mercados internacionales.
De este flujo financiero se benefició la ciudad, ya que se construyeron
acueductos, alcantarillados y se instaló una red eléctrica de primera calidad.
En 1890, la población era de 52.000 personas.
En 1883, el profesor Barbosa Rodríguez abrió el jardín botánico y tuvo el
mérito de estudiar y catalogar numerosísimas plantas endémicas de la Amazonía.
Mientras tanto, nuevos acontecimientos estaban cambiando el rostro de Brasil:
en 1884, se abolió la esclavitud y en 1889, se proclamó la república.
En 1896, se inauguró el grandioso Teatro Amazonas, que fue adornado con mármol
de Carrara, muebles franceses y cristales de Murano. La primera obra
representada fue la Gioconda (de Amilcare Ponchielli), el 7 de enero de 1897.
También se construyeron el palacio de
gobierno, el mercado municipal y la casa de la aduana.
Al principio del siglo XX, Manaus contaba con 73.000 habitantes. Gracias a las
exportaciones de caucho, la renta media percápita de Manaus era el doble de la
de las ciudades exportadoras de café. La Amazonía era responsable del 40 % de
las exportaciones de todo el Brasil.
El monopolio amazónico del caucho duró poco: algunas semillas de su árbol
fueron transportadas ilegalmente y algunas sociedades lograron producirlo a
precios más favorables .En pocos años, las empresas de producción de caucho
cerraron y muchísimos trabajadores se quedaron desempleados. Algunos de ellos
abandonaron las zonas rurales donde estaban contratados, y se agruparon en la
periferia de Manaus, en busca de un mejor nivel de vida. En 1920, Manaus
alcanzó los 180.000 habitantes.
La economía de la ciudad colapsó y la renta promedio de sus habitantes llegó a
niveles mínimos. Durante la segunda guerra mundial, la ciudad se benefició del
llamado segundo ciclo del caucho, donde hasta entonces se producía caucho
industrialmente, ocupados por los japoneses. Pero incluso estos años de
prosperidad duraron poco.
En 1950, la población alcanzó los 279.000 habitantes.
En 1967, se creó la zona franca de Manaus, con el objetivo de estimular la industrialización
y la creación de empresas. Fue un éxito progresivo, porque muchas actividades
comerciales fundaron sus instalaciones en la ciudad fluvial. En 1980, la ciudad
ya contaba con más de 900.000 habitantes y las inversiones no cesaban. Manaus
se convirtió en una ciudad cosmopolita. Atrajo a inmigrantes árabes, japoneses
y hebreos.
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