Con el nacimiento de la vulcanización, que hacía
que el caucho fuera indeformable, el amazonas sufrió una profunda explotación
que afectó a las poblaciones de países como Perú o Brasil, sobretodo durante la
primera Guerra mundial, al caer los precios por el surgimiento de
plantaciones inglesas en el sudeste asiático.
Las dificultades para encontrar mano de obra en la
zona llevó a algunos productores a contradecir las palabras de Goodyear,
convirtiendo en un infierno la vida de los indígenas. De esta manera, durante
más de 30 años muchos de sus habitantes fueron asesinados y otros secuestrados
para extraer las famosas lágrimas de los árboles del caucho como esclavos.
Por otro lado, la fiebre del caucho hizo que
llegaran muchos trabajadores (siempre insuficientes), con lo que surgieron
auténticas ciudades cerca de las selvas, modificando notablemente la vida
en la zona y causando un gran impacto económico, social y ecológico.
Cuando el caucho se hizo infinito
En Alemania fueron conscientes de algunos de los problemas del proceso de extracción de caucho: dependían de un recurso natural, era agotable y lento de producir. De esta manera, una empresa química del país ofreció una recompensa para el que descubriera la manera de fabricar caucho sintético.En menos de tres años, uno de los empleados, llamado Fritz Hofmann, patentó la fórmula y la revolución alcanzó un nuevo nivel, pese a ser tan solo un primer paso.
"Los indios del Amazonas descubrieron el árbol de caucho mucho antes del descubrimiento de América, lo llamaron Cahuchu o Cauchu, que significa "Madera que llora"."
Vicki Baum, El bosque que llora.
"La más notable virtud de esta goma es una maravillosa elasticidad. En esto consiste la gran diferencia entre ella y todas las demás sustancias. Puede ser estirada hasta ocho veces su longitud normal sin romperse, después de lo cual vuelve a asumir su forma original.
"Es probable que no haya otra sustancia inerte cuyas propiedades exciten en el espíritu humano, cuando es examinada por primera vez, igual proporción de curiosidad, sorpresa y admiración. ¿Quién puede examinar y meditar sobre esta propiedad de la goma elástica sin adorar la sabiduría del Creador?"
Charles Goodyear, New Haven, 1855.
…) Es bien sabido que el
recolector de caucho del Amazonas trabaja, casi sin excepción en condiciones
terribles de contemplar, aun para aquellos que están endurecidos. Las penurias
y privaciones que se ven forzados innecesariamente a soportar son de naturaleza
tan asqueante y cruel que se hace difícil expresarlo con la palabra
impresa". Joseph F. Woodroffe, La industria del caucho en el Amazonas,
Londres, 1915.
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