El caucho se ha convertido en uno de los compuestos
químicos más importantes para la sociedad moderna desde que Charles Goodyear
descubrió la vulcanización a mediados del siglo XIX, de
forma casual. Desde entonces, el amazonas sufrió una gran explotación debido
a las inmensas posibilidades del compuesto, que se traducían en ingentes
beneficios económicos. El “árbol de las lágrimas blancas”, del que se extraía
la sustancia, fue el gran objeto del deseo hasta que se descubrió cómo
producirla de forma, 30 años después. Para entonces, muchos productores habían esclavizado y agredido a las poblaciones
locales por las dificultades para conseguir manos de obra
barata.
Con el nacimiento de la vulcanización, que hacía
que el caucho fuera indeformable, el amazonas sufrió una profunda explotación
que afectó a las poblaciones de países como Perú o Brasil, sobretodo durante la
primera Guerra mundial, al caer los precios por el surgimiento de
plantaciones inglesas en el sudeste asiático.
Las dificultades para encontrar mano de obra en la
zona llevó a algunos productores a contradecir las palabras de Goodyear,
convirtiendo en un infierno la vida de los indígenas. De esta manera, durante
más de 30 años muchos de sus habitantes fueron asesinados y otros secuestrados
para extraer las famosas lágrimas de los árboles del caucho como esclavos.
Por otro lado, la fiebre del caucho hizo que
llegaran muchos trabajadores (siempre insuficientes), con lo que surgieron
auténticas ciudades cerca de las selvas, modificando notablemente la vida
en la zona y causando un gran impacto económico, social y ecológico.
Cuando el caucho se hizo infinito
En Alemania fueron conscientes de
algunos de los problemas del proceso de extracción de caucho: dependían de un
recurso natural, era agotable
y lento de producir. De esta manera, una empresa química del
país ofreció una recompensa para el que descubriera la manera de fabricar
caucho sintético.
En menos de tres años, uno de los
empleados, llamado Fritz Hofmann, patentó la fórmula y la revolución alcanzó un nuevo nivel,
pese a ser tan solo un primer paso.
"Los indios del Amazonas
descubrieron el árbol de caucho mucho antes del descubrimiento de América, lo
llamaron Cahuchu o Cauchu, que significa "Madera que llora"."
Vicki Baum, El bosque que llora.
"La más notable virtud de
esta goma es una maravillosa elasticidad. En esto consiste la gran diferencia
entre ella y todas las demás sustancias. Puede ser estirada hasta ocho veces su
longitud normal sin romperse, después de lo cual vuelve a asumir su forma
original.
"Es probable que no haya otra
sustancia inerte cuyas propiedades exciten en el espíritu humano, cuando es
examinada por primera vez, igual proporción de curiosidad, sorpresa y
admiración. ¿Quién puede examinar y meditar sobre esta propiedad de la goma
elástica sin adorar la sabiduría del Creador?"
Charles Goodyear, New
Haven, 1855.
…) Es bien sabido que el
recolector de caucho del Amazonas trabaja, casi sin excepción en condiciones
terribles de contemplar, aun para aquellos que están endurecidos. Las penurias
y privaciones que se ven forzados innecesariamente a soportar son de naturaleza
tan asqueante y cruel que se hace difícil expresarlo con la palabra
impresa". Joseph F. Woodroffe, La industria del caucho en el Amazonas,
Londres, 1915.