Pero
la llegada de los conquistadores introdujo un nuevo factor de desequilibrio: el
de las enfermedades desconocidas, ante las cuales los indios mostraron una
especial sensibilidad. La consecuencia fue que tribus enteras quedaron
diezmadas. A esta causa principal habría que añadir la del impacto de la
civilización al desarraigar a las tribus indígenas de sus modos de vida
tradicionales. Igualmente hay que hacer constar las muertes violentas
producidas en los diversos intentos de colonización, sobre todo las causadas,
desde comienzos del siglo XX, por los “seringueros”, los recogedores de
látex para la producción de caucho, y después por los “garimpeiros” o
buscadores de oro y diamantes. La última fase en este declinar de la población
indígena se está produciendo con la construcción de la carretera
transamazónica, destinada a unir las costas atlánticas con la frontera peruana
a lo largo de 5.400 Km. a través de la selva.
En vista de
todo ello, el gobierno brasileño creó la Fundación Nacional de Indio (FUNAI), a
fin de velar por sus derechos pero en la práctica esta institución ha resultado
inoperante. Sólo el clamor y la protestas de mucha gente y el quehace inçesante
y abnegado de los hermanos Villa Boas consiguió, en 1961, que se crease e
Parque NacionalXingú, en el estado d Mato Grosso, donde se refugiaron
alguna tribus en peligro de extinción. Hoy se estima que en los siete millones
d< kilómetros cuadrados de la cuenca amazónica hay todavía alrededor de
100.000 indios divididos en unas 150 tribus que se reparten en poblados de unos
60 habitantes.
Mantienen
los modos de vida tradicionales, viviendo en «malocas» o chozas, dispuestas ex
círculo, que cobijan a tres o cuatro familias y dedicándose a la pesca, a la
caza y a cultivó de la mandioca y, en menor medida al del maíz y tabaco. Entre las
tribus amazónicas más conocidas se encuentran los jíbaros de los contra fuertes
andinos del Ecuador y Perú; loa yanomanos de la vertiente norte de la cuenca,
entre Venezuela y Brasil; los amahuacas de las regiones peruanas y brasileñas,
entre los ríos Ucayali y Purúa; lcexikrin del sureste de la Amazonia; los xingi~
del parque del mismo nombre, etc. De todos ellos, los jíbaros, famosos por su
costumbre de reducir las cabezas de sus enemigos muertos, son los más
numerosos.
El hombre
blanco, con sus intentos de colonización, se hace presente en algunas pocas
poblaciones asentadas a lo largo del curso principal del Amazonas y que son
núcleos para la comercialización de los productos de la selva y una especie de
avanzadillas de la civilización. Santarém, en la desembocadura del Tapajoz,
Manaus, en la del Negro, e Iquitos, poco después de la confluencia del Marañón
y el Ucayali, son los
únicos centros que merecen el calificativo de ciudades. Su comunicación con el
mundo exterior sólo es posible por el aire o por el río. El porvenir de esta
inmensa cuenca amazónica, uno de los pocos lugares de nuestro planeta que
todavía encierra secretos para el hombre, aparece aún rodeada de muchos
interrogantes. La ya citada carretera transa masónica, pese al mal que está
haciendo a la población autóctona, ayudará a despejarlos en parte.
No es
probable que ayude a fomentar la agricultura o la ganadería, pues, como ya
hemos dicho, la fertilidad de esta selva es consecuencia de su clima y no de la
tierra. Pero quizás permita llegar a determinados lugares hasta ahora
inaccesibles en cuyo subsuelo es posible que existan grandes riquezas
minerales. Pero ¿valdrá la pena hacer todo eso? Significará también mucha
destrucción. Y el hombre, ese gran creador de bellezas y de maravillas
artísticas, tiene asimismo el deber de salvaguardar as maravillas naturales.
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