miércoles, 10 de octubre de 2012

La fiebre del cuacho

El caucho se ha convertido en uno de los compuestos químicos más importantes para la sociedad moderna desde que Charles Goodyear descubrió la vulcanización a mediados del siglo XIX, de forma casual. Desde entonces, el amazonas sufrió una gran explotación debido a las inmensas posibilidades del compuesto, que se traducían en ingentes beneficios económicos. El “árbol de las lágrimas blancas”, del que se extraía la sustancia, fue el gran objeto del deseo hasta que se descubrió cómo producirla de forma, 30 años después. Para entonces, muchos productores habían esclavizado y agredido a las poblaciones locales por las dificultades para conseguir manos de obra barata. 
Con el nacimiento de la vulcanización, que hacía que el caucho fuera indeformable, el amazonas sufrió una profunda explotación que afectó a las poblaciones de países como Perú o Brasil, sobretodo durante la primera Guerra mundial, al caer los precios por el surgimiento de plantaciones inglesas en el sudeste asiático.
Las dificultades para encontrar mano de obra en la zona llevó a algunos productores a contradecir las palabras de Goodyear, convirtiendo en un infierno la vida de los indígenas. De esta manera, durante más de 30 años muchos de sus habitantes fueron asesinados y otros secuestrados para extraer las famosas lágrimas de los árboles del caucho como esclavos.
Por otro lado, la fiebre del caucho hizo que llegaran muchos trabajadores (siempre insuficientes), con lo que surgieron auténticas ciudades cerca de las selvas, modificando notablemente la vida en la zona y causando un gran impacto económico, social y ecológico.

Cuando el caucho se hizo infinito

En Alemania fueron conscientes de algunos de los problemas del proceso de extracción de caucho: dependían de un recurso natural, era agotable y lento de producir. De esta manera, una empresa química del país ofreció una recompensa para el que descubriera la manera de fabricar caucho sintético.
En menos de tres años, uno de los empleados, llamado Fritz Hofmann, patentó la fórmula y la revolución alcanzó un nuevo nivel, pese a ser tan solo un primer paso.
"Los indios del Amazonas descubrieron el árbol de caucho mucho antes del descubrimiento de América, lo llamaron Cahuchu o Cauchu, que significa "Madera que llora"."
Vicki Baum, El bosque que llora.
"La más notable virtud de esta goma es una maravillosa elasticidad. En esto consiste la gran diferencia entre ella y todas las demás sustancias. Puede ser estirada hasta ocho veces su longitud normal sin romperse, después de lo cual vuelve a asumir su forma original.
"Es probable que no haya otra sustancia inerte cuyas propiedades exciten en el espíritu humano, cuando es examinada por primera vez, igual proporción de curiosidad, sorpresa y admiración. ¿Quién puede examinar y meditar sobre esta propiedad de la goma elástica sin adorar la sabiduría del Creador?"
Charles Goodyear, New Haven, 1855.
…) Es bien sabido que el recolector de caucho del Amazonas trabaja, casi sin excepción en condiciones terribles de contemplar, aun para aquellos que están endurecidos. Las penurias y privaciones que se ven forzados innecesariamente a soportar son de naturaleza tan asqueante y cruel que se hace difícil expresarlo con la palabra impresa". Joseph F. Woodroffe, La industria del caucho en el Amazonas, Londres, 1915.

No hay comentarios:

Publicar un comentario