jueves, 11 de octubre de 2012

Mapas de américa y del mundo... 
 La Selva Amazónica...


Fordlandia: La Utopía de Henry Ford

A inicios del siglo pasado, la producción de caucho estaba monopolizada por los ingleses y holandeses, que aprovechando la escasez de éste en América, lo distribuían al precio que querían. El magnate de los automóviles, Henry Ford, necesitaba millones de neumáticos para sus coches, por lo que él era el más perjudicado por los arbitrarios precios de los distribuidores de caucho. Harto de pagar sobreprecios, Ford decidió empezar a producirlo, y para esto se le ocurrió una faraónica idea: crearía en América la mayor planta de producción de caucho del planeta.

Puso su proyecto en marcha y en 1929 contrató a un brasileño de apellido Villares, nativo del Amazonas, quien se encargaría de estudiar el lugar más apropiado para establecer la fábrica. Brasil parecía ser la opción ideal, tomando en cuenta que ya se producía incipientemente caucho en la selva amazónica, y las cosechas podrían ser enviadas a las fábricas de neumáticos en los Estados Unidos por el Atlántico.


Siguiendo los consejos de Villares, Henry Ford compró 25.000 km² de terreno en medio de la selva brasileña, a orillas del río Amazonas. Desde los Estados Unidos salió una flota de barcos llevando maquinaria pesada para la remoción de tierras, tractores, excavadoras, casas prefabricadas y todo lo necesario para armar una fábrica de hielo y hasta una locomotora con sus respectivas rieles. Cientos de trabajadores arrasaron en poco tiempo la vegetación y comenzaron a construir Fordlandia en el corazón de la selva.


La idea de Ford era convertir a su nuevo proyecto en unos EE. UU. en miniatura, por lo que este pequeño oasis también contaría con su respectivo campo de golf, iglesia, planta de energía eléctrica, un moderno hospital, una biblioteca, un hotel, y el diseño sería cuidadosamente trabajado con unas bonitas casas de madera tipo americano con sus respectivos jardines y con sus calles y aceras bien delineadas.

En poco tiempo su utopía se hizo realidad, la pequeña ciudadela se fue poblando y de a poco llegaron a instalarse todo tipo de negocios complementarios como sastrerías, tiendas y panaderías. Se había erigido una próspera comunidad y en sus calles perfectamente pavimentadas podían verse circulando algunos autos modelo Ford-T.
Henry Ford no quiso contratar botánicos especialistas para sembrar el caucho en sus nuevas plantaciones, únicamente decidió confiar en la capacidad de los ingenieros de su empresa, quienes al no tener un conocimiento profundo del tema, hicieron lo que les pareció correcto y sembraron aproximadamente 500 árboles por km², cuando lo ideal era sembrar solo 20 unidades en esa cantidad de terreno. 

En diciembre de 1930, tras un año de haber trabajado en horarios incómodos, soportando un desagradable “estilo de vida saludable” y hartos de varias indigestiones debido a esa extraña comida, se produjo un violento levantamiento de trabajadores en el comedor, donde empezaron a hacer bulla con las tazas y cubiertos, siguiendo con la destrucción de la vajilla. Los administradores norteamericanos estaban tan asustados que llegaron a refugiarse en los bosques, ya que algunos fueron perseguidos por trabajadores armados con machetes.


En 1933 Henry Ford recién se animó a contratar a un experto botánico, quien luego de evaluar la situación, convenció al magnate de que el terreno no cumplía con las condiciones para que se dé una buena cosecha. La humedad y el terreno montañoso habían sido terribles para las plantas, pero excelente para las plagas. Además había un pequeño gran detalle del cual nadie se había percatado, el dueño anterior de esas tierras había sido el Sr. Villares, el mismo al que Henry Ford había contratado para elegir el sitio de la plantación, quien le pintó grandes expectativas del sitio, con tal de deshacerse de ese terreno inútil.


El obstinado Ford no se amilanó y compró en otro sitio de la selva tierras más planas y menos húmedas, que fueron mucho más adecuadas para sus plantaciones de caucho y hasta importó algunas especies asiáticas de dicho árbol. A este nuevo sitio lo llamó Belterra, y aunque el proyecto volvía a empezar desde cero, parecía más prometedor que el anterior. El proceso fue lento, y la plantación se demoró 10 años en dar sus primeros frutos, produjo 750 t de látex en 1942, mucho menos que las expectativas iniciales que eran de 38.000 t.

Después de todo lo que se había invertido, y ahora que por primera vez sus tierras empezaban a producir, los científicos acababan de desarrollar el caucho sintético y a un valor mucho más bajo que el vegetal. Esta fue la razón para que en 1945, Henry Ford se retire del negocio del caucho, habiendo perdido más de US$ 20 millones de dólares. 


Imágenes de Fordlandia.


 Muelle de Fordlandia.  Casa tipo Americana en medio de la Selva. Zona Residencial en la Selva.


   Vídeos de Forlandia

 Parte 1  Parte 2


  




miércoles, 10 de octubre de 2012

Manaos

El primer europeo que exploró la zona donde hoy surge la ciudad de Manaus fue Francisco de Orellana en su mítico viaje de 1542.
La zona estaba habitada por indígenas Manaos, Barés, Banibas y Passés, los cuales vivían en armonía con la naturaleza en un ambiente completamente incontaminado. La zona quedó abandonada por completo a su suerte durante casi un siglo, hasta que el portugués Pedro de Teixeira volvió a explorarla, al mando de una expedición que se dirigía a Quito.
Una de las primeras expediciones en la zona donde hoy surge Manaus estuvo dirigida por el capitán Bento Miguel Parente, quien partió de San Luis en 1657 al mando de un grupo pequeño de hombres armados y acompañado por los dos religiosos Francisco Veloso y Manuel Pires.
En 1668, el capitán Pedro da Costa Favela, al regreso de una expedición en la confluencia entre el Río Amazonas y el Río Negro, informó al gobernador Antônio Albuquerque Coelho de Carvhalo sobre la necesidad de construir un fuerte en el encuentro de los dos ríos, justamente para vigilar las posibles incursiones de enemigos europeos y para controlar el flujo de indígenas en la zona.
Por consiguiente, bajo órdenes del gobernador, el capitán Francisco de Mota Falcao viajó a la confluencia de los dos grandes cursos de agua y, en 1669, erigió un fuerte de piedra y barro, llamándolo Fuerte de San José da Barra do Río Negro.
Con el pasar de los decenios, los habitantes indígenas de la zona empezaron a vivir en chozas en las cercanías del fuerte, el cual fue varias veces reestructurado.
En 1695, la población de la aldea había crecido considerablemente, tanto que los religiosos enviados por la Corona portuguesa, Carmelitas, Jesuitas, Franciscanos y Mercedarios, decidieron construir una capilla en el fuerte, a la cual se le dio el nombre de Capela de Nossa Senhora da Conceição.
Mientras tanto, no todos los indígenas aceptaban pasivamente las órdenes de los portugueses. El pueblo Manaos se opuso con fuerza a la presencia extranjera en su tierra ancestral. Ajuricaba, su jefe, intentó alearse con los holandeses, pero su intento falló. Lo aprisionaron y lo enviaron a Belem, en el Pará, pero murió en circunstancias misteriosas durante la navegación fluvial, en 1727.
El 1750 fue un año importante para el reino de Portugal. En efecto, obtuvo la propiedad definitiva de gran parte de la cuenca amazónica, que hasta esa fecha había sido formalmente administrada por España.
En 1755, los portugueses, dándose cuenta de la enorme importancia de la zona central amazónica y de la confluencia entre el Río Negro y el Río Amazonas, fundaron la Capitanía de Sao José de Río Negro, cuya sede era Barcelos, pueblo situado a aproximadamente 400 kilómetros del Fuerte de San Jose da Barra do Rio Negro.
Sin embargo, en 1791, el gobernador Manoel da Gama Lobo D’Almada transfirió la sede de la Capitanía justo al lugar que sería después llamado Manaus, dándole, de esta manera, una gran importancia al nuevo pueblo.
Después de varias vicisitudes, el llamado Lugar da Barra (Manaus), obtuvo la sede definitiva de la Capitanía de San José de Río Negro en 1807.
En aquel período, su población era de un poco más de 6000 personas.
Cada vez más importancia tenía la clase de los comerciantes, astutos aventureros que se dieron cuenta rápidamente de la enorme potencialidad económica de la selva amazónica. Exportaban café, cacao, algodón y tabaco.
Por último, los indígenas, tratados como siervos o incluso como esclavos, a los cuales les exigían trabajar arduamente en los campos y con los animales, a menudo sin retribución alguna.
En 1822, Brasil proclamó la independencia de la Corona portuguesa. El enorme territorio amazónico comenzó a dividirse en las dos provincias de Amazonas y Pará.
Entretanto, el pueblo llamado Lugar da Barra estaba creciendo considerablemente. En 1832, pasó a la categoría de “Vila”, es decir, ciudad, y fue bautizado Cidade da Barra do Rio Negro y sucesivamente Nossa Senhora da Conceição da Barra do Rio Negro.
Cuando, en 1850, se formó la provincia de Amazonas, su presidente João Batista de Figueiredo Tenreiro Aranha dio un ulterior impulso al desarrollo de la ciudad, fundando la biblioteca y el primer periódico llamado Estrela do Amazonas.
Finalmente, en 1856, en el gobierno de Herculano Ferreira Pena, la ciudad fue oficialmente bautizada Manaus, en honor a los indígenas que la habitaron.
Mientras tanto, la población de Manaus había alcanzado las 35.000 personas, volviéndose un polo de atracción para toda la cuenca del Río Amazonas.
A partir de 1879, se empezaron a explotar los árboles de caucho (hevea brasiliensis), porque se dieron cuenta de que el valor de éste en el mercado internacional estaba creciendo considerablemente. La revolución industrial elevó su precio, ya que este material servía para la producción de neumáticos y otros componentes, de los cuales la Amazonía tenía la exclusiva producción mundial.
Fue la gran oportunidad de Manaus: a la ciudad llegaron miles de trabajadores y los emprendedores lograron ganar enormes sumas de dinero vendiendo el caucho a altos precios en los mercados internacionales.
De este flujo financiero se benefició la ciudad, ya que se construyeron acueductos, alcantarillados y se instaló una red eléctrica de primera calidad. En 1890, la población era de 52.000 personas.
En 1883, el profesor Barbosa Rodríguez abrió el jardín botánico y tuvo el mérito de estudiar y catalogar numerosísimas plantas endémicas de la Amazonía.
Mientras tanto, nuevos acontecimientos estaban cambiando el rostro de Brasil: en 1884, se abolió la esclavitud y en 1889, se proclamó la república.
En 1896, se inauguró el grandioso Teatro Amazonas, que fue adornado con mármol de Carrara, muebles franceses y cristales de Murano. La primera obra representada fue la Gioconda (de Amilcare Ponchielli), el 7 de enero de 1897.
 También se construyeron el palacio de gobierno, el mercado municipal y la casa de la aduana.
Al principio del siglo XX, Manaus contaba con 73.000 habitantes. Gracias a las exportaciones de caucho, la renta media percápita de Manaus era el doble de la de las ciudades exportadoras de café. La Amazonía era responsable del 40 % de las exportaciones de todo el Brasil.
El monopolio amazónico del caucho duró poco: algunas semillas de su árbol fueron transportadas ilegalmente y algunas sociedades lograron producirlo a precios más favorables .En pocos años, las empresas de producción de caucho cerraron y muchísimos trabajadores se quedaron desempleados. Algunos de ellos abandonaron las zonas rurales donde estaban contratados, y se agruparon en la periferia de Manaus, en busca de un mejor nivel de vida. En 1920, Manaus alcanzó los 180.000 habitantes.
La economía de la ciudad colapsó y la renta promedio de sus habitantes llegó a niveles mínimos. Durante la segunda guerra mundial, la ciudad se benefició del llamado segundo ciclo del caucho, donde hasta entonces se producía caucho industrialmente, ocupados por los japoneses. Pero incluso estos años de prosperidad duraron poco.
En 1950, la población alcanzó los 279.000 habitantes.
En 1967, se creó la zona franca de Manaus, con el objetivo de estimular la industrialización y la creación de empresas. Fue un éxito progresivo, porque muchas actividades comerciales fundaron sus instalaciones en la ciudad fluvial. En 1980, la ciudad ya contaba con más de 900.000 habitantes y las inversiones no cesaban. Manaus se convirtió en una ciudad cosmopolita. Atrajo a inmigrantes árabes, japoneses y hebreos.

La fiebre del cuacho

El caucho se ha convertido en uno de los compuestos químicos más importantes para la sociedad moderna desde que Charles Goodyear descubrió la vulcanización a mediados del siglo XIX, de forma casual. Desde entonces, el amazonas sufrió una gran explotación debido a las inmensas posibilidades del compuesto, que se traducían en ingentes beneficios económicos. El “árbol de las lágrimas blancas”, del que se extraía la sustancia, fue el gran objeto del deseo hasta que se descubrió cómo producirla de forma, 30 años después. Para entonces, muchos productores habían esclavizado y agredido a las poblaciones locales por las dificultades para conseguir manos de obra barata. 
Con el nacimiento de la vulcanización, que hacía que el caucho fuera indeformable, el amazonas sufrió una profunda explotación que afectó a las poblaciones de países como Perú o Brasil, sobretodo durante la primera Guerra mundial, al caer los precios por el surgimiento de plantaciones inglesas en el sudeste asiático.
Las dificultades para encontrar mano de obra en la zona llevó a algunos productores a contradecir las palabras de Goodyear, convirtiendo en un infierno la vida de los indígenas. De esta manera, durante más de 30 años muchos de sus habitantes fueron asesinados y otros secuestrados para extraer las famosas lágrimas de los árboles del caucho como esclavos.
Por otro lado, la fiebre del caucho hizo que llegaran muchos trabajadores (siempre insuficientes), con lo que surgieron auténticas ciudades cerca de las selvas, modificando notablemente la vida en la zona y causando un gran impacto económico, social y ecológico.

Cuando el caucho se hizo infinito

En Alemania fueron conscientes de algunos de los problemas del proceso de extracción de caucho: dependían de un recurso natural, era agotable y lento de producir. De esta manera, una empresa química del país ofreció una recompensa para el que descubriera la manera de fabricar caucho sintético.
En menos de tres años, uno de los empleados, llamado Fritz Hofmann, patentó la fórmula y la revolución alcanzó un nuevo nivel, pese a ser tan solo un primer paso.
"Los indios del Amazonas descubrieron el árbol de caucho mucho antes del descubrimiento de América, lo llamaron Cahuchu o Cauchu, que significa "Madera que llora"."
Vicki Baum, El bosque que llora.
"La más notable virtud de esta goma es una maravillosa elasticidad. En esto consiste la gran diferencia entre ella y todas las demás sustancias. Puede ser estirada hasta ocho veces su longitud normal sin romperse, después de lo cual vuelve a asumir su forma original.
"Es probable que no haya otra sustancia inerte cuyas propiedades exciten en el espíritu humano, cuando es examinada por primera vez, igual proporción de curiosidad, sorpresa y admiración. ¿Quién puede examinar y meditar sobre esta propiedad de la goma elástica sin adorar la sabiduría del Creador?"
Charles Goodyear, New Haven, 1855.
…) Es bien sabido que el recolector de caucho del Amazonas trabaja, casi sin excepción en condiciones terribles de contemplar, aun para aquellos que están endurecidos. Las penurias y privaciones que se ven forzados innecesariamente a soportar son de naturaleza tan asqueante y cruel que se hace difícil expresarlo con la palabra impresa". Joseph F. Woodroffe, La industria del caucho en el Amazonas, Londres, 1915.